13 March 2025

El Primer Concurso de Narrativas Médicas de la Facultad de Medicina de la Universidad Diego Portales, organizado por CEMSIC, reunió a estudiantes, académicos, profesionales de la salud y personas vinculadas al mundo médico dentro de nuestra facultad, en un espacio de reflexión y expresión a través de la escritura.

Esta iniciativa buscó explorar la dimensión humana de la medicina, dando voz a vivencias, emociones y desafíos que marcan la relación entre quienes ejercen el cuidado de la salud y sus pacientes. Los relatos participantes abarcaron desde anécdotas conmovedoras hasta profundas reflexiones sobre la vocación, el aprendizaje y el impacto de la medicina en la vida cotidiana.

El éxito de esta primera edición resalta la importancia de la narrativa como una herramienta para comprender y compartir la experiencia médica desde una perspectiva más cercana y empática.

Te invitamos a leerlas y escucharlas:
*Voces por Sebastián Maureira Pope e Isabel Fonseca Alomar.

Primer lugar:

*Se deliberó que el primer lugar sea otorgado a dos autores
Carla Zamboni de Los Ríos

Estudiante 5to año de Medicina
“Humanidad básica”

El niño entra a consulta, nos ponemos a jugar. Al jugar me permite ponerle el saturómetro y el termómetro mientras llenamos la camilla de juguetes. Al jugar hacemos como que inspiramos y botamos profundo como una ballena entonces ausculto claramente sus pulmones. El doctor a cargo critica: “aquí son doctores no educadoras de párvulo” e intenta auscultar al pequeño, que no quiere que él lo toque, entonces no logra auscultar nada. Mi diagnóstico es una neumonía y el de él un resfriado común, me reprocha por no saber “semiología básica”, en mi mente lo reprocho por no saber “humanidad básica”.

Dr. Robinson Torres Morales de Setien
Académico e investigador de la Facultad de Medicina
“La sonrisa de la muerte tiene los ojos azules”

Juan Copier Yáñez era su nombre. No lo he querido olvidar. Un hombre alto en una pequeña cama de hospital. Demasiado amable para esa pieza compartida de hospital público. Su cáncer esofágico era intratable, y la última endoscopía perforó su esófago, causando la mediastinitis que lo alejaría de sus tres hijas, y que me enseñaría como interno la tarea más difícil de mi profesión. Juan sabía lo que pasaría. Estaba tranquilo. Estrechó mi mano, sonrió con sus escasos dientes bajo el ralo bigote y me agradeció. Sus ojos azules se llenaron de lágrimas. También los míos. Luego llegaron las flores.

Segundo lugar:

Leonardo Goitia Peirozo
Académico Facultad de Medicina
“Renacer entre fronteras”

Emigrar no fue solo cruzar un mapa; fue romperme, reconstruirme y volver a empezar con nuevas fuerzas. Dejar mi país significó despedirme de mis raíces como médico y educador, para enfrentar un mundo nuevo y desconocido. Como un médico errante, transité entre trámites, miedos y dudas constantes, redescubriendo la medicina desde otra perspectiva. Aprendí otros acentos de la vocación y entendí que sanar trasciende fronteras, culturas y diferencias. Adaptarme fue un reto enorme, pero también una gran lección: la resiliencia, el amor por la profesión y el deseo de enseñar siempre me guiaron. La medicina no conoce límites.

Tercer lugar:

Estefanía Isabel Cisneros Coronado
Estudiante 5to año Medicina
“Cuida como cuidarías a los tuyos”

El aroma a perfume llenó el box y una voz amable me saludó. Primera vez que la veía según su ficha, pero había algo familiar en ella.

Mientras me relataba su dolencia, su celular sonó. Me contó que sus hijos le escribían, que estaban en la universidad, que los extrañaba, pero que ahora tenía más tiempo para sí misma. No pareció muy convencida de lo último.

Habló orgullosa, sonrisa en su rostro y tono educado. La escuché hasta que se disculpó por desviarse de la consulta.

¿Cómo podría molestarme? Si era igual a mi madre, y nunca me molestó escucharla.

Participantes:

Constanza Pilar Cuadra Miranda
Estudiante 5to año Medicina
“Stickers”

Diego no deja de llorar. Ese tubo largo y ese platillo grande parecen aterradores. El chico en delantal se pone nervioso, no puede escuchar nada. De repente, su compañera tiene una idea: ¡los stickers! Rápidamente los busca y se los muestra a Diego. Una suave curiosidad lo distrae de sus llantos y aparece una sonrisa cuando la chica saca la lengua imitando el emoji. Toma los stickers aún con cierto recelo y los analiza, concentrado. Caritas, autos, flores, leones… y su favorito, un elefante. El chico en delantal se tranquiliza y mira al doctor: “murmullo pulmonar presente, sin ruidos agregados”.

Rodrigo Andrés Rosas González
Estudiante 5to año Medicina
“Mini médico de confianza”

Me volví el médico de la villa, sin mucha maravilla mi personaje fue moldeado en base a algunas historias que con el pasar de la formación entendí: Estando en primer año ¿Qué hago con el infarto de mi vecino de 50? En segundo ¿Es normal que a la vecina con la que copucheo le de soponcio a los 40? En tercero ¿Cómo se prepara el jarabe del vecino de 3? Y así fue, como sin dar recetas ni licencias, sin saber de urgencias ni ninguna ___ logía me convertí en el mini médico de confiansología hoy día.

Javiera Rocío Neumann Hernández
Académica Facultad de Medicina UDP
“El pasillo”

El pasillo es mi lugar favorito.

El pasillo es la reunión improvisada, la palabra no más planificada que el

sentimiento. No hay tiempo para disimulos ni disfraces.

El pasillo convierte hasta la conversación más apresurada en la obligación de

detención. Un segundo. Aunque le siga el alivio de que fue uno y no dos.

“El Pasillo: lugar que sirve de paso.”

El pasillo de esta universidad es el lugar donde me encontraron mis estudiantes.

En donde me regalaron el título de profe-doctora. Haber estado, aunque sea de

paso, hizo que los pasillos sean un lugar donde quiero quedarme.

Estefanía Isabel Cisneros Coronado
Estudiante 5to año Medicina
“Más allá de mi día”

Sentí el portazo justo en mi cabeza. Me retumbaban los oídos. Tuve que sacarme la bata blanca y abrir la ventana, me sentía acalorada. Nunca fui buena para discutir.

Me senté y utilicé el altavoz, igual como hacía cada 20 minutos. Cubrí mi rostro, mi ánimo estaba arruinado.

Sin embargo, cuando se abrió la puerta sentí el bastón ingresar al box y una voz agradable agradeciendo haber encontrado hora conmigo, me encontré a mí misma sonriendo y recobrando mi energía. “Qué agradable que es verla, Doña Nelda”, dije mirándola.

Y es que, ¿qué culpa tiene ella de mi mal día?

Jorgelina Yannitto
Becada especialidad médica Cardiología
“Los monstruos”

¿Qué es ese monstruo mamá? Pregunta mi hija mientras caminamos por un hospital dedicado a enfermedades cardiacas.

– No veo ningún monstruo hija.

Me pregunto qué estará viendo, rastreo alrededor y no veo nada extraño. Insiste. Logro que me señale aquello que despierta su curiosidad, pero sólo logro ver un doctor gritando a otro doctor que parece ser su alumno. Ella se tranquiliza cuando le digo que veo personas enfermas en algún sentido de su existencia, me cree pues yo también soy doctora. Vamos por un helado, reímos, nos abrazamos y parece olvidar (o no importarle) lo que soy.

Jorgelina Yannitto
Becada especialidad médica Cardiología
“El turno”

Su vida transcurría tranquilamente, se levantó y fue a su trabajo. De repente lo asaltó un dolor que rápidamente le atravesó el cuerpo.

Ahí estaba, tendido en ese lugar, vulnerable, solo, no dudé en tomar su existencia, pues a eso me dedico. Invadí su respiración, luego sostuve sus latidos en mis manos, me introduje por sus arterias y venas; a cada segundo mi energía crecía, sentía como mi ser se fortalecía con aquel aliento de vida en extinción. Termine invadiendo su ser. Sus súplicas no me importaban. No me interpela el dolor ajeno. Parezco un demonio, pero soy una doctora.

Paulina Alejandra Morales Figueroa
Docente y actriz Centro de Simulación Clínica
“417”

Edgar llega a urgencias del hospital Luis Tisné, encorvado por el dolor y los años. En recepción, le asignan el número 417. En la sala de espera, observa a una joven madre, intentando calmar a su pequeño hijo. Edgar conmovido, saca de su vieja chaqueta; un silbato de pajarito, liberando una nostálgica melodía. El niño, sonriendo, observa a su madre con ojos de esperanza. A lo lejos, se escucha reiteradamente: “417”. Edgar, el hombre que había sido, se desvanece, dejando su verdadera esencia en la sonrisa del pequeño, quien, sin saberlo, había recibido la mejor atención de un olvidado médico.

Participa en el Concurso Posters Académicos del Centro de Educación Médica y Simulación Clínica CEMSIC UDP